sábado, 31 de diciembre de 2016

LA BARCA (Enrique Heine, alemán)



¡Carcajadas y canciones!
Los rayos del claro sol
Sobre las aguas derraman
Su sonriente fulgor:
Alegre barca las ondas
Mecen con su oscilación;
Con mis amigos mejores
Sentado en ella voy yo.
Choca la barca, deshecha
En mil trozos por el mar.
Eran malos nadadores
Mis amigos, por su mal,
Y en las rocas de la patria
Se vinieron a estrellar.
A mí a los bordes del Sena
Me llevó la tempestad.
Otra vez los mares cruzo
Sobre nueva embarcación:
Nuevos amigos contemplo
Girar a mi alrededor:
De extraños mares me arrulla
La melancólica voz.
¡Qué lejos está mi patria!
¡Qué triste mi corazón!
¡Canción nueva, y nuevas risas!
Silba el viento con afán:
Cruje herido el maderamen,
Que bate iracundo el mar.
Ya el postrer astro en el cielo
Extinguió su claridad.
¡Qué triste que está mi pecho!
¡Qué lejos mi patria está!

lunes, 28 de noviembre de 2016

VERSOS SENCILLOS (José Martí, cubano)

VERSOS SENCILLOS 1


Yo soy un hombre sincero
De donde crece la palma.
Y antes de morirme quiero
Echar mis versos del alma.

VERSOS SENCILLOS 2


Mi verso al valiente agrada:
Mi verso, breve y sincero,
Es del vigor del acero
Con que se funde la espada.

VERSOS SENCILLOS 3


Amo los patios sombríos
Con escaleras bordadas;
Amo las naves calladas
Y los conventos vacíos.

sábado, 29 de octubre de 2016

AMO, AMAS (Rubén Darío, nicaragüense)



Amar, amar, amar, amar siempre, con todo
El ser y con la tierra y con el cielo,
Con lo claro del sol y lo oscuro del lodo;
Amar por toda ciencia y amar por todo anhelo. 

Y cuando la montaña de la vida
Nos sea dura y larga y alta y llena de abismos,
Amar la inmensidad que es de amor encendida
¡Y arder en la fusión de nuestros pechos mismos! 

sábado, 25 de junio de 2016

En el álbum de Matilde (Salvador Díaz Mirón, mexicano)


      ¡Si yo tuviera aliento como el águila
      Que se remonta a la región azul,
      Me elevaría a la mansión espléndida
      Donde se sienta el Padre de la luz!

      Y postrado a sus pies como los ángeles
      Que bendicen su altísima bondad,
      Le pidiera la música del céfiro
      Y el murmullo pacífico del mar;

      Le pidiera la voz dulce y monótona
      Del viento en la desierta soledad,
      Y el gemido del aura melancólica
      Cuando calma la ronca tempestad.

      Y le pidiera más: la voz magnífica
      Y el arpa melodiosa de David;
      Y mucho más: la inspiración profética,
      ¡Y todo, todo, por cantarte a ti!

      Sí, por cantarte a ti, beldad seráfica,
      Por cantarte, dulcísima mujer,
      Aunque dejaras mi plegaria trémula
      En alas de la brisa perecer.

      Cuando tus ojos de paloma tímida
      Se humedecen al tacto del dolor,
      Y se desprende de ellos una lágrima
      Que pasa y moja tu mejilla cándida,
      ¡Me pareces un ángel del Señor!

      Y cuando miro tu cabello undívago
      De tus blancas espaldas en redor,
      Cayendo como leve manto de ébano
      Y sombreando tu semblante lánguido,
      ¡Me pareces un ángel del Señor!

      Cuando te veo que la frente humillas
      Balbuceando una mística oración,
      Y empapadas en llanto tus mejillas,
      ¡Me pareces un ángel de rodillas
      Demandando con lágrimas perdón!

      ¿Lloras? ¿Acaso entre tu pecho gime
      Tu leal e inocente corazón,
      O algún recuerdo de dolor le oprime?
      ¡Llora, sí, que llorando eres sublime,
      Y aún eres más sublime en la oración!

miércoles, 4 de mayo de 2016

CUENTO SOBRE UNA RAMA DE MIRTO (Jorge Teillier, chileno)



Había una vez una muchacha
que amaba dormir en el lecho de un río.
Y sin temor paseaba por el bosque 
porque llevaba en la mano 
una jaula con un grillo guardián.

Para esperarla yo me convertía 
en la casa de madera de sus antepasados 
alzada a orillas de un brumoso lago.
Las puertas y las ventanas siempre estaban abiertas 
pero sólo nos visitaba su primo el Porquerizo 
que nos traía de regalo 
perezosos gatos
que a veces abrían sus ojos 
para que viéramos pasar por sus pupilas 
cortejos de bodas campesinas.
El sacerdote había muerto
y todo ramo de mirto se marchitaba.

Teníamos tres hijas
descalzas y silenciosas como la belladona.
Todas las mañanas recogían helechos
y nos hablaron sólo para decirnos
que un jinete las llevaría
a ciudades cuyos nombres nunca conoceríamos.

Pero nos revelaron el conjuro
con el cual las abejas
sabrían que éramos sus amos
y el molino
nos daría trigo
sin permiso del viento.

Nosotros esperamos a nuestros hijos
crueles y fascinantes
como halcones en el puño del cazador.

jueves, 18 de febrero de 2016

ESPÍRITU SIN NOMBRE...(Gustavo Adolfo Bécquer, español)

Espíritu sin nombre,
indefinible esencia,
yo vivo con la vida
sin formas de la idea.

Yo nado en el vacío
del sol tiemblo en la hoguera
palpito entre las sombras
y floto con las nieblas.

Yo soy el fleco de oro
de la lejana estrella,
yo soy de la alta luna
la luz tibia y serena.

Yo soy la ardiente nube
que en el ocaso ondea;
yo soy del astro errante
la luminosa estela.

Yo soy nieve en las cumbre,
soy fuego en las arenas,
azul onda en los mares
y espuma en las riberas.

En el laúd soy nota,
perfume en la violeta,
fugas llama en las tumbas
y en las ruinas hiedra.

Yo atrueno en el torrente,
y silbo en la centella
y ciego en el relámpago
y rujo en la tormenta.

Yo río en los alcores
susurro en la alta hierba,
suspiro en la onda pura
y lloro en la hoja seca.

Yo ondulo con los átomos
del el humo que se eleva
y al cielo lento sube
en espiral inmensa.

Yo en los dorados hilos
que los insectos cuelgan
me mezclo entre los árboles
en la ardorosa siesta.


Yo corro tras las ninfas
que en la corriente fresca
del cristalino arrollo
desnudas juguetean.

Yo en bosque de corales,
que alfombran blancas perlas,
persigo en el océano
las náyades ligeras.

Yo, en las cavernas cóncavas,
do el sol nunca penetra,
mezclándome a los nomos
contemplo sus riquezas.

Yo busco de los siglos
las ya borradas huellas,
y sé de esos imperios
de que ni el nombre queda.

Yo sigo en raudo vértigo
los mundos que voltean,
y mi pupila abarca
la creación entera.

Yo sé de esas regiones
a do rumor no llega,
y donde los informes astros
de vida y soplo esperan.

Yo soy sobre el abismo
el puente que atraviesa;
yo soy la ignota escala
que el cielo une a la tierra.

Yo soy el invisible
anillo que sujeta
el mundo de la forma
al mundo de la idea.

Yo, en fin, soy el espíritu,
desconocida esencia,
perfume misterioso
de que es vaso el poeta.

sábado, 16 de enero de 2016

A LUIS DE GÓNGORA (Francisco de Quevedo, español)


Yo te untaré mis obras con tocino
Porque no me las muerdas, Gongorilla,
Perro de los ingenios de Castilla,
Docto en pullas, cual mozo de camino.
Apenas hombre, sacerdote indino,
Que aprendiste sin christus la cartilla;
Chocarrero de Córdoba y Sevilla,
Y en la Corte, bufón a lo divino.
¿Por qué censuras tú la lengua griega
siendo sólo rabí de la judía,
cosa que tu nariz aun no lo niega?
No escribas versos más, por vida mía;
Aunque aquesto de escribas se te pega,
Por tener de sayón la rebeldía.